Los niños abandonados o de padres ausentes no aprenden a recibir amor, muchas veces sienten que no lo merecen o que la vida ha sido injusta. Al vincularse después con otros lo hacen de manera distante (amor ausente) o hacen lo que sea para dar lo que creen que es amor y así recibir migajas de amor de vuelta, lo que tampoco es amor.
Por otro lado los niños sobreprotegidos crecen en la creencia de que les deben dar amor, que deben hacer todo por ellos, porque en el fondo son incapaces de hacer cualquier cosa importante por sí mismos. Entonces suelen buscar quien les de amor y quien se haga cargo de sus vidas y decida por ellos, haciendo que caiga toda la responsabilidad en el otro, usualmente pidiendo todo y dando lo que creen que es amor, pero en el fondo es dependencia y necesidad del otro.
Es muy común que por ejemplo el papá sea el ausente y la madre sobreprotectora o vise versa. También pasa que ambos padres sean ausentes o ambos sobreprotectores. Y en familias mono parentales hay uno ausente por defecto.
Pero esto no es algo raro o poco común en las familias, sino al contrario, se da con mucha frecuencia. Y es que para padres que no han aprendido a tener un apego sano en su infancia les es difícil aprender a generar un apego sano como adultos y con sus propios hijos. Por eso es tan importante el darnos cuenta de cómo nos estamos vinculando y si ese vínculo es asimétrico, si siempre damos más de lo que recibimos, si siempre me pongo en último o primer lugar, si siempre estoy buscando quien me de amor en vez de dármelo yo misma, si caigo una y otra vez en vínculos que me hacen sufrir, si no puedo ser feliz en mis vínculos o siento que los demás no me entienden, o muchas otras cosas que no nos dejan ser felices. En especial cuando tenemos hijos y nos cuesta vincularnos con ellos, o por el contrario, siempre tenemos miedo que les pase algo, es que necesitamos aprender a vincularnos de otra manera.
El primer paso es siempre desarrollar un vínculo sano con nosotros mismos. Tanto el exceso de ego como la falta de autoestima son una falta de amor. El exceso de ego trata de sobrecompensar lo que la falta de autoestima hace evidente. Alguien que se ama de manera equilibrada no se siente por encima ni por debajo de nadie.
Aunque parezca difícil, es posible construir el amor verdadero dentro de uno sin conocerlo realmente, el amor está en nuestra esencia y sólo necesitamos encontrar el camino para llegar a él. Lo encontramos a través de la inocencia que teníamos de niños, que no la hemos perdido, sino sólo olvidado, y la sabiduría que se va adquiriendo con la experiencia. Para ello se puede practicar la introspección, la meditación, conectarse con la naturaleza, la música, el arte, el Reiki, el yoga o tantas otras técnicas que hay.
A veces este camino está bloqueado por experiencias traumáticas y podemos tratar de sanarlas nosotros mismos o bien buscar ayuda terapéutica. Y es tan válido el querer enfrentar estos dolores, como el no querer verlos. Sólo que al no enfrentarlos nos siguen dañando en nuestro interior; es como una cojera, podemos vivir con ella y después de un tiempo no la notamos, pero a largo plazo generará un daño a la columna y la cadera ente otras cosas. En cambio al enfrentar y sanar el dolor podremos luego ser más felices y conectados al amor, pudiendo disfrutar mejor la vida con una autoestima que nos permita hacer lo que realmente queremos hacer y no sólo aquello a lo que nos atrevemos. Así también podremos formar un vínculo más sano con nuestros propios hijos, ir sanando o mejorando el vínculo con nuestros padres y abuelos, y en consecuencia ir sanando nuestro linaje.