Cuan necesario se hace volver a la caverna en nuestro interior después de una larga lucha. Cotejar lo ganado y lo perdido, darle el tiempo y el espacio a nuestras heridas para sanar y descubrir en quién nos hemos transformado, cuantos cambios hemos vivido, quién soy hoy en día. Si todavía estoy en mi camino, si me perdí en el bosque o si mi camino hoy es otro.

 

Toca revisar la coherencia entre mis acciones, mis palabras y mis pensamientos que se han alejado tras seguir un vertiginoso paso hacia lo que creía mi destino. El destino aún puede ser correcto, pero no necesariamente el como lo estoy recorriendo, darme cuenta de qué cosas valiosas he dejado atrás y qué cosas arrastro conmigo que ya no nos sirven. Que en el apuro y en el esfuerzo he dejado de ver lo que me rodea y como va cambiando mi entorno.

Hace falta tomar perspectiva entonces desde un lugar diferente que nos permite revisar nuestra ruta, nuestros planes, nuestras necesidades y la profundidad de nuestros sueños. Empezar luego con un comienzo fresco por el camino que nos haga felices.