Silenciosamente acecha desde un punto ciego, permitiendo apenas presentir su presencia como una efímera sensación de algo inminente e inevitable. Como la amenaza de una tormenta en nubes que recién se empiezan a formar y la tensión en el aire justo antes de que caiga el primer rayo. Pareciera alimentarse del cansancio, del descuido, de la distracción, alimentándose de todo aquello que hago de manera automática, escondiéndose cuando presto más atención. Lentamente crece y toma fuerzas en aquel punto que parece tan remoto y tan cercano a la vez, lejos del alcance de mi mano y a punto de palparlo en cualquier momento. Camina silenciosamente enterrando sus garras en el suelo lista para saltar en cualquier momento. Mientras me duermo y enajeno, más fuerte se vuelve. Ahí esperando, acechando como aquella gota que no quiere caer.
Esa sombra que está creada por todo lo que no veo, que no conozco, que no reconozco. ¿Que es lo que no veo que te siento tan amenazante, tan fuerte? ¿Es el momento para luchar en tu contra o soltarme en tus brazos? Esa sombra que es apenas tan fuerte como yo misma, pero que pareciera apoderarse de todas mis fuerzas. Como quisiera dormir profundamente, pero es ahí cuando ella tiene más fuerza.
Por favor sueños míos muéstrenme aquello que no puedo ver, guíenme hacia aquel viaje que temo hacer de día.