Desde pequeños nos enseñan cómo hacer las cosas, qué es bueno y qué es malo, a quienes admirar y a quienes repudiar.
En la medida que crecemos nuestros ídolos cambian y aprendemos nuevas formas de hacer las cosas y de pensar para así ir logrando nuestros sueños que sentimos que tenemos que cumplir, imitando a quienes admiramos, a nuestros padres, nuestros profesores, aquella persona tan popular, aquel genio, ese gran pensador, ese verdadero líder u orador, esa persona digna de imitar o seguir.
O las ideas que nos proponen nuestros guías o modelos espirituales, guías vocacionales, terapeutas o nuestros mejores amigos.
Con el tiempo logramos tener lo que queremos, cumplimos nuestras metas, cumplimos con las necesidades y exigencias de nuestros seres amados, pero aún así algo falta. Somos felices, pero… ¿pero qué? Y es ahí donde empieza la búsqueda de ese algo que hace que nuestra felicidad, nuestros logros, nuestras vidas pierdan brillo, pierdan color y suenen como un instrumento fuera de tono. Ese algo que sentimos que perdimos o no vimos en el camino y que ahora nos pesa en el alma sin saber qué es.
Y es que siguiendo los caminos que nos enseñaron, imitando a quienes admirábamos, cumpliendo con quienes amábamos, nos olvidamos de seguir nuestro propio camino y encontrar nuestra propia canción. Es posible que estuviésemos exactamente en el mismo lugar en que estamos ahora, pero sin ese pequeño vacío que parece pesar tanto.
Entonces me pregunto, ¿Cómo descubrir lo que falta? ¿Cómo descubrir mi propia canción si apenas sé cantar? Y es que así como necesito aprender a gatear antes de caminar, así necesito volver a experimentar el mundo como pro primera vez. Sentarme con calma, ver el amanecer y sentir el calor sobre mi piel, saboreando el desayuno tranquilamente, impregnándome del aroma del café en la mañana, permitirme sentir cada gota del agua de la ducha, que los sonidos que me rodean sean una sinfonía, incluso el sonido de los autos en la calle. Y cuando la mente se nos escapa a otro lugar y otro momento, traerla de vuela a precisamente aquí y ahora. Solo así podremos encontrarnos con nosotros mismos y escuchar nuestra propia música.