Esas estructuras que me servían para sobrevivir se convirtieron en los grilletes y las rejas de mi prisión. Lucho fuerte por despojarme de ellas, pero me quedo vacía. Puedo verme cada vez mejor, pero todavía no logro tocar la fuente de mi energía ancestral. Madre, ayúdame a ser yo misma, ayúdame a ser libre y salir de esta ilusión, déjame tocar el oscuro más profundo y la luz más cegadora, caminar con los pies descalzos libre de los designios del hombre, transformar mi realidad y vivir en un mundo nuevo, donde mi palabra es ley, mi mirada quita y da vida, mi caricia hace que vuelva a latir el corazón. Madre, déjame volver al mundo ancestral donde ser mujer era el mayor honor, donde hablar con los espíritus era sabiduría y el viento se rendía a mis pies. Madre, enséñame el silencio donde mi alma reposa y donde mis labios encuentran amor.