A veces el pasado nos vuelve a visitar, pero no es para ponernos el dedo en la herida, sino para recordarnos que esa herida todavía no ha terminado de sanar. No es para habitar en el, sino para recordarnos que no estamos viviendo plenamente el presente. Viene a preguntarnos si ya tenemos el valor para soltarlo definitivamente y vivir con libertad. Cuando el pasado viene a visitarnos no es como nuestro enemigo, sino para ayudarnos a avanzar. El único enemigo somos nosotros mismos al habitar en un pasado que ya no existe. Abre los ojos y mira tu presente que es el regalo que la vida te da.