Uno de los grandes ladrones de la energía es la amargura, que generalmente viene de la mano del resentimiento. Tiñen todo de color gris no de dejando ni un centímetro de espacio a la alegría. Tan sólo con la propia voluntad de dejar entrar aunque sea un poquito de amor esto puede cambiar, pero mientras se esté completamente cerrado, sólo se podrá ver las causas que justifican la amargura.