Cuando no queda otra opción que sobrevivir no hay espacio para procesar e integrar las emociones, tan solo se sigue adelante. Una se hace cargo de lo que viene y sale adelante. Pero esas emociones se quedan ahí, siguen ahí, atrapadas, escondidas, enquistadas. Una dice: salí adelante, sobreviví, está todo bien. Pero si no hacemos espacio a esas emociones estas nos llevan a enfermarnos. Y quizás nunca tenga ese espacio, por eso debemos buscarlo y honrarlo. Porque el propósito no es solo sobrevivir, sino vivir y disfrutar.