Cuando estamos disconformes de nuestra situación presente o de alguna situación en general, la respuesta natural es la queja, ya sea mentalmente o expresándola a otros. La queja es el síntoma de que algo no está bien, de que algo debe cambiar, ya sea uno mismo o hace falta cambiar el entorno, que incluso puede llegar a cambiarse del país en que se vive.

Cuando la queja viene acompañada de una acción de cambio, con una propuesta de solución o con un plan de una vida mejor, puede ser una gran herramienta de mejora. Pero si la queja se manifiesta por la queja misma, se convierte en una herramienta para sembrar y reproducir la amargura, los sentimientos de indefensión e injusticia. Más aún, esta se vuelve adictiva, llevando a buscar motivos para quejarse, con los cuales no se tenga ningún vínculo personal.

Lo primero que hay que entender es la diferencia entra la queja, un relato y un reclamo. 

  • Primer ejemplo, una persona que sufrió un asalto:
    • Relato: el viernes cuando volvía tarde a casa me asaltaron, me quitaron mis cosas, me paralicé de terror. Todavía cuando siento alguien cerca de la calle salto de susto. Ahora me contaron que ese sector es peligroso cuando andas tarde. Mejor tener cuidado.
    • Reclamo: ir a la policía y poner la denuncia del caso con todos los detalles necesarios.
    • Queja: Ya no se puede salir a la calle, está lleno de ladrones, esta cuidad se ha vuelto tan peligrosa, ya no se puede vivir tranquilo, está lleno de rufianes, es porque hay más inmigrantes, es porque el gobierno les da todo, etc.
  • Segundo ejemplo, una chica tuvo una discusión con su pareja:
    • Relato: Ayer me dijo  x cosa y me sentí muy mal, me dio angustia, casi me pongo a llorar, me paralicé, no supe como reaccionar, le respondí sin pensar y terminamos peleando y me fuí de la casa.
    • Reclamo: Una vez que se haya calmado, esté más tranquila y haya podido analizar la situación hablar con su pareja, contarle que lo que le dijo le dolió mucho, que no supo reaccionar y disculparse por las cosas que dijo sin pensar y que fueron hirientes para él. O si bien la situación es grave evaluar alternativas como terapia de pareja o en casos extremos, terminar la relación.
    • Queja: hablar con toda persona posible de que él es un idiota mal tratador, inconsiderado, un egoísta que no la considera, que seguro que cuando lo dijo estaba pensando en otra, etc. Esto es especialmente notorio cuando a los 2 días andan como tortolitos enamorados como si nada hubiera pasado.
  • Tercer ejemplo, problemas en el trabajo con el jefe:
    • Relato: mi jefe me está pidiendo más de la cuenta, estoy agotada, no me alcanza el día y llego a la casa a desmayarme. No doy más con esta situación.
    • Reclamo: plantearle al jefe la situación, identificar los límites a su capacidad diaria, buscar un psiquiatra para ver si hay una situación de stress, depresión o algo con lo que necesite ayuda y si hace falta, actualizar el currículum y empezar a buscar otro trabajo.
    • Queja: mi jefe es un abusador, tiene sus favoritos y al resto nos revienta, mi trabajo es una porquería, son todos unos tales por cuales, el lugar es tóxico y todos se aserruchan el piso, no se puede confiar en nadie, etc.

Con los ejemplos se puede ver que:

  • Relato: contar los hechos tal como fueron, sin juicios, prejuicios o suposiciones. Él énfasis está en contar la propia vivencia y los propios sentimientos, reconociendo que hay detalles que se desconoce.
  • Reclamo: actuar proactivamente para resolver o prevenir la situación.
  • Queja: juicios, prejuicios y suposiciones sobre la situación que se basa en la percepción personal, sobrepensar el tema o desahogo poniendo la culpa en el o los otros sin hacerse cargo de las propias expectativas (que muchas veces no son reales) o la propia responsabilidad en lo que ocurrió.

Es normal que cuando recién se ha vivido una situación traumática no se está en condiciones de verlo de una manera imparcial y nace la queja en forma de desahogo. Lo natural es que al tiempo se pueda ver con más detalle y asumir también la propia responsabilidad y poder pasar al relato y salir de la queja. Ese es un gran paso de empoderamiento hacia esa vivencia y para ello ayuda mucho el reclamo, es decir, tomar las medidas justas y necesarias en el asunto. El tema es cuando la queja se convierte en una constante.

También es bueno considerar el tiempo de la conversación dedicada a la queja. Si es algo puntual puede ser casi irrelevante pero si ya pasa por ejemplo más de una hora en queja continua, esta absorbe todo el ambiente. O si todas las quejas se llevan siempre a la misma persona y se le convierte en el basurero emocional y los otros amigos son para divertirse. Lo importante es escucharnos realmente.

Algunas de las consecuencias de la queja son:

  • Desgaste anímico y de la energía personal de quien se queja, por lo que viven cansados.
  • Desgaste anímico y de la energía de quien escucha, por lo que terminan enojándose, amargándose o alejándose.
  • Sensación de indefensión y de que nada se puede hacer para cambiar la situación actual.
  • Derrotismo, nihilismo y falta del sentido de la vida.
  • Proyectar las malas experiencias vividas a situaciones futuras.
  • Incapacidad de ver lo bueno que tiene frente a sus ojos, porque toda su atención está en la causa de la queja.
  • Su nivel de la conciencia baja y no se permite vivir y disfrutar la vida.
  • Una visión negativa de la vida en que no pueden apreciar lo bueno que tienen.
  • Su mente está enfocada en ver todo lo malo y es casi como que tuvieran un filtro para no ver lo bueno.
  • No importa cuanto les den, siempre les parece insuficiente y no es posible llenar las carencias que perciben en sus vidas.
  • Agrandan todo lo malo. Una mala situación es un mal día, un mal mes o un mal año. Hay una gran desproporción entre lo bueno y lo malo.
  • Cuando no tienen toda la información de una situación inventan detalles y hasta historias para que su relato esté de acuerdo a su percepción negativa.
  • Inconscientemente provocan situaciones negativas en su vida que alimentan su punto de vista negativo y le da más razones para quejares. Por ejemplo, maneja de manera agresiva, pero desde su punto de vista, los demás son malos conductores.
  • Al estar en esta posición negativa atraen a otras personas negativas y de bajo nivel de conciencia con los cuales vivirán más situaciones desagradables que reforzarán su punto de vista.
  • Las quejas atraen más quejas con las que se retroalimentan y entran en una espiral de quien tiene mayores quejas, generando un ambiente aún más tóxico.
  • Desarrolla la capacidad de encontrar una razón por la cual quejarse y desarmar ideas y proyectos nuevos.
  • Intolerancia y envidia ante cualquier persona que esté feliz buscándoles lo malo y desarrollando incredulidad de que pueda ser "tan bueno".

Como revertirlo:

  • Por cada situación que nos desagrada, reconocer si podemos o no hacer algo para cambiarlo.
  • Si hay algo que podamos hacer, hacerlo.
  • Si no podemos hacerlo, abrirnos a encontrar respuestas fuera de nuestro marco de referencia tradicional, pensar fuera de la caja.
  • Si el cambio no está en nuestras manos, soltarlo.
  • Dejar de contarlo a otros o repasar en nuestra mente las experiencias molestas o negativas, así solo las alimentamos y las agrandamos, haciendo nuestra vida más desagradable. Si estas se vuelven obsesivas es bueno realizar prácticas de meditación, deporte o cualquier actividad que saque la mente de ese lugar.
  • Si no se tiene nada bueno que decir, si no se puede proponer una solución, es mejor quedarse callado. Así se deja de alimentar la queja.
  • No esperar que los otros cambien, el cambio siempre está en nuestras manos.
  • No presuponer nada. Si no tengo la suficiente información, no emito opinión ni juicio sobre nada. Simplemente pregunto o lo suelto.
  • Comunicar lo que nos molesta en el momento preciso y no ir acumulando molestias. La comunicación efectiva ayuda a tener vínculos sanos. 
  • Al comienzo y al final de cada día agradecer de corazón por al menos 3 cosas buenas que tenemos en nuestra vida, aunque sean cosas tan simples como contar con esta vida, con tener una cama en la que dormir o poder contar con agua y alimentos.
  • Hacerse cargo de las propias emociones. La queja muchas veces es la vía de escape de no hacerse cargo de los propios sentimientos y vivencias.
  • Buscar ayuda y seguir una terapia coherente y regularmente. Muchas veces hace falta un otro externo e imparcial para que nos guíe y nos ayude a ver los que no podemos ver por nosotros mismos. Aunque a veces la conversación o el consejo de un amigo o amiga ayude, para un trabajo más a fondo, para un cambio real, se necesita a alguien que ayude profesionalmente.
  • Aprender a observar nuestra charla mental y verbal en lo cotidiano y reconocer como nos estamos comunicando.
  • Relatar las vivencias como una anécdota y no desde la víctima. Contar la historia desde la víctima solo trasmite carencia y culpa en quien escucha. Desde la anécdota, la fábula, la historia puede nacer una enseñanza, un aprendizaje, empatía, compañía. Especialmente la risa ayuda a cambiar la energía de la situación.
  • Soltar los prejuicios y generalizaciones. Cada persona es única y tiene una historia que no conocemos.
  • Conectarse con el disfrute de lo simple, las cosas pequeñas de la vida, esas pequeñas alegrías de lo cotidiano.

 

Es importante recordar que estamos viviendo la vida que escogemos vivir. Si un vínculo nos hace mal, alejémonos. Si un trabajo nos hace infelices, busquemos otro. Si la situación de mi ciudad o país es insostenible, mudémonos. Démonos la opción de vivir el cambio para una vida mejor. Aunque nos sintamos obligados a vivir una determinada situación, en realidad los límites nos los estamos poniendo nosotros. Podemos escoger qué vida vivir, con quien vivirla y como vivirla. La elección está en nuestras manos.