Cuando se siente que se lleva el peso del mundo sobre los hombros estos se empiezan a encorvar y como que uno se encoge dejando poco espacio a los pulmones y disminuye la capacidad de oxigenación.
Cuando uno se quiere arrancar o esconder del mundo también se duerme de lado o sobre el estómago apretando y cerrando el pecho apretando así también los pulmones.
Durante una depresión es muy difícil darse el ánimo de hacer ejercicio en el que se respira más, se activa el cuerpo y se genera endorfinas. O meditar, que con la postura adecuada, respiración correcta y actitud adecuada se puede recuperar la armonía.
Pero cuando hay una verdadera depresión todo esfuerzo parece gigante, toda acción una lucha y se entra a duras penas en modo de supervivencia. Se siente una constante nube negra de pesadumbre sobre la cabeza y la falta de oxigenación disminuye la capacidad corporal y mental. Es casi como entrar a invernar y no se ve salida ni solución.
La solución, el primer paso es mucho más simple de lo que parece. Sólo respira, no te olvides de respirar. El puro acto de respirar nos reconecta con la vida. Se puede empezar por 2 o 3 veces al día respirar profundo y despacio llenando nuestros pulmones lo más que se pueda, retener 1 a 3 segundos y soltar lentamente, repitiendo esta respiración 3 a 5 veces.
Esto ayuda a oxigenarnos, conectarnos con nuestro cuerpo y alivianar un poco la nube negra. Por ejemplo al despertar antes de levantarnos ayuda a ver el día menos terrible y el cuerpo se siente menos pesado.
También puede pasar que uno se conecte mejor con las propias emociones cuando se ha vivido algo difícil y ayuda a ponerlas en proporción, ya que al evadirlas se pueden sentir como algo gigante que sí las expresamos nos puede destrozar. Con más oxígeno y claridad en nuestra cabeza nos podemos dar cuenta que no es un monstruo y podemos expresarlo de manera sana, sin que nos desgarre y así soltar e ir dejando atrás.
En la medida que nos vamos acordando de respirar profundo podemos ir acompañando de estirar brazos y piernas de manera expansiva, hacia afuera. Cuando se está en depresión es como sí las paredes se cerrasen sobre uno y el estirarse ayuda a cambiar esa percepción hacia un mundo que se expande en la medida que nos sintamos cómodos.
Esto nos puede sacar de a poco de este estado de hibernación, nos reactiva, nos da ánimo y de a poco se puede empezar a hacer ejercicio, meditar y reactivarse en forma general.
Cada vez que decaemos nos tenemos que recordar: ¡No te olvides de respirar!