Hay cosas que se pueden reparar y cosas que no se pueden reparar. Y aún si se pueden reparar, a veces no vale la pena reparar, reciclar o reusar. O a veces con tan solo una pieza puedes crear algo totalmente nuevo e innovador. Y esto aplica para todo en la vida. Entonces, ¿cuanto nos demoramos en botar lo que realmente ya no sirve? ¿Cuántas veces hemos botado algo que se podía reparar? ¿Y cuánto nos demoramos en reconocer la diferencia? Pues la diferencia está en mí, cual es mi meta, mi propósito. ¿Va alineado con mi llamado interior? ¿Tengo tiempo para esto? La respuesta siempre está dentro de mí y no afuera.