No es raro en nuestra cultura dar un cumplido, halagar o incluso adular a alguien antes de pedir algo a cambio. En los niños esto deja la creencia de que no se es merecedor de ese cumplido, sino que sólo es una forma de recibir algo. Esto dificultará de adultos poder dar y recibir elogios honestos. Viene ahí el desafío de aprender a reconocer en uno mismo y el otro lo bueno sin la necesidad de un intercambio o deuda de algún tipo.