El camino espiritual es un profundo compromiso de lograr la madurez con sabiduría, haciéndome cargo de mis actos, mis palabras, mis pensamientos y una equilibrada administración de mis emociones. Ya no hay culpas o victimismo, sino un hacerme cargo de lo que está en mis manos. Ya no hay una evitación, sino una sana gestión de lo que puedo hacer y lo que no. Ya no hay escapismo, sino un vivir en el ahora con honestidad hacia mí y los demás.