Parte del duelo es la rabia. Rabia por ya no tener la fuerza de sentir tanto dolor. Intolerancia por ya no tener la energía para atender las necesidades y exigencias de otros. Impotencia por no poder cambiar nada. Vulnerabilidad porque el dolor nos pasa por encima y nos domina. Pero aceptar ese dolor nos conecta de nuevo con la vida. Tan sólo respira profundo y recuerda que es parte del proceso.