Es común escuchar: ¿y por qué nadie hace algo por o para mí? Pero si le dices ¿y por qué no lo haces para tí misma? Responden: es que no es lo mismo. ¿Cómo es que lo que hacemos para nosotros mismos no es lo más hermoso o incluso vale menos que lo que hacen los demás? Es porque ese reclamo viene de la niña o niño interior que todavía depende de los adultos y los necesita para su subsistencia. Esperar esto de otros es un contrato ambiguo con reglas poco claras que muy rara vez se podrá cumplir y que no es responsabilidad del otro darnos lo que nos falta. Es entonces que hay que empezar a hacer cosas para esa niña o niño interior con mucho amor. Pero no son regalos caros, viajes, ropa, etc. Necesita lo que realmente necesitan todos los niños: atención, cariño, abrazos, que la tomen de la mano, que le canten o le cuenten un cuento, ser vista y escuchada, que le den seguridad y contención,  que como adultos se la podemos dar. Hablarle a nuestra niña interior cada día es un acto fundamental para nuestra salud mental y emocional. Y desde ahí los vínculos con otros adultos podrán ser en paridad y no desde el reclamo.