Robarle la energía a otro tiene la misma lógica que estar sentado en una montaña de dinero y robarle la billetera al que está sentado al lado. Estamos en un planeta de energía infinita disponible para todos por igual. Es aprender a recibir la energía del sol, del viento, de la lluvia, de las olas, de la fuerza vital que permite que todo crezca, de la vida misma.