Y un día me recuesto junto a mis heridas y las miro profundamente a los ojos, tomo sus manos y les digo, estoy acá contigo. Y respirando a la par en un tiempo sin tiempo y lo siento todo. Sin importar cuanto tome. Sin importar cuanto duela. Sin postergar más lo impostergable. Sacando el todo por el todo. Y en el momento menos esperado, después de lo que parecía una eternidad, desaparecen. Y soy libre. Finalmente libre. Sin amarras. Sin peros. Sin miedo. Libre. Gracias dolor, gracias rabia, por lo que me enseñaron. Ahora seguiré mi propio camino, un nuevo camino.