Cuando la vida se hace mucho tendemos a desconectarnos, a evadirnos, a estar siempre ocupados, aunque sea procrastinando. Evitamos estar realmente presentes, lo cual se logra solamente en quietud. Para quien primero debemos estar es para nosotros mismos, sino nuestras emociones y pensamientos nos gritarán de manera ensordecedora para que les escuchemos. Date un momento cada día en estar para tí y así tendrás el espacio para estar para los demás.