A veces es difícil salir del estado de victimismo e indefensión porque el guerrero interno está dormido, desarmado, anulado, olvidado. El rechazo al guerrero interno puede ser un espejo al rechazo a la violencia recibida externamente. Pero el guerrero interno no es el equivalente de violencia, sino la fuerza para pararnos, defendernos, salir adelante y luchar por la vida que queremos. Luchar no es lo mismo que golpear o maltratar, sino canalizar tu fuerza para impulsarte a subir esa montaña que antes no te atrevías.