El encontrar verdadera sororidad en esta vida me ha enseñado que no se trata de competir, sino de compartir. Que la compasión y el servicio no tienen relación con quien tiene la razón o es el mejor, sino respetar e incluir las diferencias que nos enriquecen. Que cuando dejamos de juzgar el camino del otro también honramos nuestro propio camino. Doy gracias por todas y cada una de las personas en mi camino que me ha enseñado que la bondad y la generosidad auténtica son valores que aún existen y me han enseñado a confiar y cultivar hermosos vínculos.