Cuando logramos separar de la idea del amor los conceptos de responsabilidad, obligacion, necesidad, el tener que, el merecimiento, ahí es donde podemos aceptar e integrar al otro, donde podemos aceptarnos e integrarnos incondicionalmente. Cuando el amor no me lo tengo que ganar, no lo tengo que merecer o estar ahí por necesidad, sino que es algo espontáneo sin reglas o condiciones, solo porque sí, aprendemos a dar y recibir también sin condiciones y aprendemos a disfrutar sin cuestionar o juzgar, vivimos en gratitud y en abundancia, la sonrisa se vuelve espontánea y auténtica, nuestra mente se calma y volvemos al presente.