No es hasta que volvemos a hacer algo que nos damos cuenta cuánto nos ha afectado y todavía nos afecta. Pero esa conciencia, aunque duela, es necesaria para el proceso de sanación. No es vulnerabilidad, sino fortaleza el poder enfrentar nuestras heridas para sanarlas y salir adelante, permitiendo que el pasado deje de ser una limitación para nuestro presente y se convierta en un recuerdo de superación.