Necesitamos indignación para actuar, pero la indignación sola no es suficiente, aún si es justa o legítima. A nuestro mundo no le faltan personas dispuestas a lanzarse a la acción. Lo que necesitamos son personas capaces de amar, de no tomar lados, capaces de abrazar toda la realidad así como una mamá gallina abraza sus pollitos con sus dos alas completamente expandidas.