Y a veces el peso de la vida no es solo eso. Trae consigo dolores heredados, experiencias compartidas, el desánimo de quienes nos rodean, frustraciones y tristezas que podemos traer incluso en nuestro ADN y de las que no sabemos nada. Es porque no somos islas, sino la parte integral de una sociedad. No es nuestro propósito arrastrar el peso de los demás, sino reconocerlo y honrarlo y en eso volver a encontrar nuestra propia luz y ser el aliento de aire puro cuando la vida se ha vuelto difícil.