Era solo una broma cuando de niños iban al circo y los payasos se reían humillando al payaso triste, y aunque la niña no entendía por qué todos se reían. Era solo una broma cuando en colegio se equivocaba y todos se reían a carcajadas incluso días y semanas después. Era una broma cuando la profesora la humillada por haber entendido mal una tarea o por haberse enfermado en el salón de clases. Era una broma cuando le ponían sobrenombres ofensivos y los repetían en coro hasta lograr hacerla llorar. Era una broma cuando de adolescente un profesor le agarraba el trasero a la pasada o el papá de una amiga le quería correr mano. Era una broma cuando un tío trató de propasarse y tenía miedo de decir algo. Era una broma cuando entró a la universidad y cuando una chica nueva llegaba al patio los chicos se ponían a silbar, mugir o hacer otros ruidos de animales. Era una broma cuando un profesor le hacía insinuaciones para subirle la nota. Era una broma cuando su pareja la hacía sentir poca cosa e inútil. Era una broma cuando su pareja le contaba a todo el mundo cosas de su intimidad sexual. Era una broma cuando en el trabajo su jefe le ponía la mano en la pierna con una sonrisa. Era una broma cuando se reían de ella a propósito de nada y ella seguía sin entender cual era la broma, que se suponía que era lo chistoso. Estas cosas le pasan a muchas personas y se normaliza bajo la excusa de que es una broma, pero no lo es. Esto es violencia, es control, es manipulación. Sepamos reconocer la violencia hacia nosotros y hacia otros a tiempo para que podamos claramente decir: no más!