La depresión no es estar triste, el duelo no es andar llorando, las crisis de pánico no por débiles, la bipolaridad no es andar de ánimo cambiante, la frustración no es solo cosa de niños. Las etiquetas no hay que usarlas a la ligera, ni hay que sobre simplificar lo que ellas implican. Es importante aprender a respetar y honrar los procesos de los demás, incluso si no tenemos claridad de que tratan.