La negatividad nos hace ver el peor desenlace como algo hecho, nos impide ver que puede haber otras posibilidades que siquiera sospechamos. La negatividad nos hace rendirnos ante un destino incierto, en vez de respirar, conectarnos con la vida y poder observar qué más hay ahí. Por eso cuando la negatividad se apodere de tí haz una pausa, respira y te dices: "Puede que eso pase o puede que no, no lo sé. Hasta lo más improbable puede pasar." Y deja que la vida te sorprenda, en vez de crear una realidad negativa incluso antes de que ocurra y sufrir por ello antes de tiempo.