La gratitud puede ser un antídoto para el dolor. No desde decirle a quien está en duelo que agradezca lo que todavía tiene, porque eso sería negar su herida, sino todo lo contrario, agradecerle a quien está en duelo por existir, por ser, por estar en mi vida, por las cosas buenas que ha hecho y desde aquí llenarle de amor y gratitud para que pueda ver su valor y sentirse querido. Así también agradecemos a las partes de nuestro cuerpo con dolor o enfermedad y les agradecemos por estar y el trabajo que han hecho y las llenamos de amor.