A veces la mejor manera de ayudar es no ayudar. Cuando el otro necesita tomar conciencia, cuando el otro necesita descubrir que es capaz por sí mismo, cuando el otro ha caído en el rol de víctima. En esos casos no ayudar es la única manera de que el otro aprenda a confiar en sí mismo, en sus propias capacidades, a intentarlo por sí mismo antes de pedir ayuda, no solo una vez, sino las que sea necesario, a escuchar su guía interna, en vez de depender solo de los demás.