Estas situaciones se dan cuando hay vínculos asimétricos, se pone al otro más arriba o más abajo, pero no de frente. Esto puede pasar en cualquier área de la vida, incluso unas áreas puede estar en el rol inferior y otras en el rol superior. El que se pone más abajo o acepta que lo pongan más abajo tiene una tendencia a caer en el rol de víctima entregando su poder personal, en especial si ve en el otro a alguien que lo pueda salvar, proteger, acoger, etc. Al perder su poder personal empiezan a pensar cosas como éstas cosas que me pasan solo a mí, porqué siempre yo, me deben tanto, etc. y consciente o inconscientemente siempre están buscando alguien que los salve. Puede ser ganarse la lotería, que alguien los mantenga, un jefe en el trabajo que haga de papá o mamá y sea un lugar de trabajo paradisíaco de pura armonía, un marido o esposa que los consienta, una religión, culto, ideología o grupo al que seguir ciegamente, en especial sí hay un profeta o erudito que les diga que pensar y creer, sistemas de venta en pirámides en que se fomenta la generación de adrenalina por premios por cumplimiento de metas o cualquier persona que les prometa algo que suene a que les van a arreglar la vida.
Es así que a ésta persona o ideología representada por una persona o grupo son puestos en un pilar como el Salvador y la víctima como el a ser salvado. Se genera así un vínculo tremendamente asimétrico en el cual la víctima se siente muy cómoda. Es este patrón de vínculos que hace que la víctima perpetué su rol de víctima, ya que lo que atrae no es a un salvador, sino depredadores que se aprovechan de su estado de indefensión y entrega absoluta, desde lucrar a costa de ellos hasta dañarlos gravemente en forma física. Lamentablemente muchas veces estas experiencias son necesarias para que las víctimas aprendan a hacerse cargo de su vida y no depender de otros para transformar su realidad. Es así como a veces el victimario en realidad se convierte en el salvador que hace evidente la necesidad de transformación y cambio.
También están quienes realmente quieren ayudarles, que los están ayudando constantemente, pero que se transforman en un bastón del otro y cuya ayuda generalmente no es valorada, ya que facilitan la forma de vida de la víctima reafirmando la creencia de que son víctimas que deben ser ayudadas, así pasando de víctima a tirano.
Finalmente están quienes realmente pueden ayudarles a hacer cambio de consciencia a través del ejemplo y entregándoles herramientas, pero como no conocen los vínculos horizontales les ponen como a los demás sobre un pilar exigiéndoles cada vez más, sin terminar de hacer el cambio en sí mismos. No le queda más entonces a este nuevo salvador que bajarse del pilar y alejarse de la víctima para que ésta aprenda a salvarse a sí misma. Y es que a quienes están en un constante rol de víctima no se les puede ayudar, cuando mucho acompañar y de manera moderada, para que aprendan a estar consigo mismos y hacerse cargo de su realidad.
Se hace entonces indispensable darnos cuenta cuando caemos en estos patrones de pensamiento o comportamiento:
- Me pasa esto, en vez de está pasando esto. La mayoría de los eventos no son algo personal, sino que son independientes de a quien le pasa y la diferencia solo está en como la tomamos.
- No poder decir que no a la familia, amigos, jefes o colegas, etc. Aceptan más allá de lo aceptable, pero se culpan a sí mismos por no poder decir que no en un comienzo y empiezan a desarrollar resentimiento.
- Tratar de agradar a otros para ser aceptados o acogidos.
- Hacer las cosas o tomar decisiones en función de lo que otros nos dicen.
- Sentirnos obligados a contestar el teléfono, mails, mensajes, etc. sintiendo que debemos estar disponibles 24x7. Es sumamente importante respetar nuestro espacio personal, nuestro propio tiempo y que nadie se sienta con derecho a invadirnos. Si es alguien que nos valora sabrá respetar nuestro tiempo y que si no respondemos inmediatamente es porque estábamos ocupados.
- Calificar a los otros como los malos cuando no cumplen con nuestras expectativas, no se comportan o actúan como esperamos. Si el otro es el malo, yo soy el bueno y la víctima de su villanía. Todos somos personas que actuamos distinto y funcionamos en este mundo según lo que conocemos y las herramientas que tenemos. Los valores son distintos y depende de mí aceptar o no el comportamiento del otro y si no lo acepto, alejarme.
- Caer frecuentemente en estafas y engaños.
- Permitir que otros alteren nuestro estado de ánimo, generando emociones como la rabia, pena, culpa o vergüenza.
- No pudiendo estar en silencio con nosotros mismos. Nos hace depender de un otro, la TV, facebook o algo externo que nos haga compañía.
- El sustento depende de un otro, de un trabajo, etc. Se hace difícil aceptar la propia valía y que hay muchas maneras en que nos podemos auto sustentar.
Y hay muchas otras formas que entregamos el poder personal, que esperamos que un otro haga algo por nosotros, algo que deberíamos ser capaces de hacer nosotros mismos. No significa el que no podamos pedir ayuda o confiar en otros, sino que darnos cuenta que el recibir ayuda no implica entregar nuestro poder personal, que la confianza y la amistad se gana, que no debemos hacernos expectativas en relación a los otros, porque todos somos humanos con virtudes y defectos y podemos fallar.
Lo importante es aprender a reconocer donde entregamos nuestro poder personal para poder recuperarlo y así convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos.