Ser un empático o una persona altamente sensible no nos hace tan distintos a los demás. Esas emociones que percibimos y nos abruman, nos sacan de nuestro centro o nos desequilibran, no son más que un espejo de aquello que no hemos resuelto en nuestro propio interior. Y es que vinimos a este mundo con la capacidad para ponernos en los zapatos del otro, no para juzgarlo, sino para ayudarlo a sanar. Pero para eso tenemos que sanar nosotros mismos primero. Venimos a dar desde la sabiduría que estamos hechos de amor. No es cuestión de darlo o recibirlo, sino recordar que lo somos.
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- Escrito por: Carmen Stange
- Categoría: Personas Altamente Sensibles
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Hay emociones que son un susurro y hay emociones que son un estruendo. Hay emociones que son una caricia y hay emociones que son un golpe. En un mundo donde la mayoría son sordos a las emociones, los empáticos necesitan aprender a vivir en un constante ruido emocional. ¿Como explicarle a alguien que nunca ha escuchado sus emociones que no te golpee con su ira? ¿Cómo explicar que la envidia duele o el desprecio ahoga? ¿Cómo explicar que puede mantener sus emociones en privado en vez de gritarlas dañando a todos quienes le rodean? Hay un mundo invisible y silencioso que muchos no saben que existe, pero es ruido y caos para quienes si lo pueden percibir. ¿Has pensado alguna vez qué haces con tus emociones y cómo pueden afectar a quienes te rodean? La madurez y auto contención emocional no es sólo para vivir más tranquilos, sino también para que aquellos que son más sensibles puedan interactuar sin el deseo de arrancarse y no volver nunca más.
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A un empático no se le protege no contándole las cosas, porque probablemente las sienta igual. La única verdadera protección que necesita es la honestidad.
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Hay un porcentaje de la población que tiene una mayor sensibilidad que el resto. Son capaces de sentir e identificar las emociones de los demás, ya sea por lenguaje corporal o por percepciones sutiles. Algunos nacen con esta habilidad y otros la desarrollan durante la vida, ya sea en la adolescencia o algún evento de vida que los removió. Esta sensibilidad no tiene que ver con el dramatismo, sino con la empatía y ponerse en el lugar del otro. Suelen coincidir con quienes en su carta natal tienen planetas importantes en Piscis, en la Casa 12 o aspectos importantes a Neptuno.
Para algunos, especialmente que viven esto desde temprana edad, se les hace difícil poder diferenciar las propias emociones de las de los demás, en especial las de sus seres queridos. Tienen un gran trabajo de desarrollar un Yo sano, aprender a ponerse límites y definir su forma. Su naturaleza los lleva a disolverse en los demás en una forma de sopa en que nada es claro identificándose en especial con el dolor del otro, haciendo todo lo que esté en sus manos para ayudarle o aliviar su dolor.
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- Escrito por: Carmen Stange
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La sensibilidad y la empatía no es algo que se prende y se apaga como un interruptor de la luz. No es todo o nada, sino que hay toda una gama de posibilidades entremedio. Depende del lugar en que se esté, las personas con que se esté, el momento o situación que se esté viviendo, además de la capacidad de auto contenerse, acogerse, protegerse y sanarse, la capacidad de conectarse tanto con la propia vulnerabilidad, como con la propia fortaleza. Y se puede aprender a abrir y cerrar según lo que se necesite en el momento a través de un trabajo de auto conocimiento y sanación de los traumas personales. No es que se esté predeterminado a sentirlo todo o no sentir nada. El ser sensible no es un castigo, sino una habilidad a desarrollar y pulir para convertirla en un gran don.
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- Escrito por: Carmen Stange
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