Cuando logramos separar de la idea del amor los conceptos de responsabilidad, obligacion, necesidad, el tener que, el merecimiento, ahí es donde podemos aceptar e integrar al otro, donde podemos aceptarnos e integrarnos incondicionalmente. Cuando el amor no me lo tengo que ganar, no lo tengo que merecer o estar ahí por necesidad, sino que es algo espontáneo sin reglas o condiciones, solo porque sí, aprendemos a dar y recibir también sin condiciones y aprendemos a disfrutar sin cuestionar o juzgar, vivimos en gratitud y en abundancia, la sonrisa se vuelve espontánea y auténtica, nuestra mente se calma y volvemos al presente.
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- Escrito por: Carmen Stange
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Hay momentos difíciles en que necesitamos contención, pero no siempre tenemos quien nos contenga. Por eso es importante aprender a auto contenernos. Aunque parezca difícil, hay pequeños gestos físicos que gatillan la memoria física y generan alivio y contención.
- Abrazarse uno mismo: ayuda cuando hay sensación de soledad, desprotección, crisis de angustia o de pánico. Ayuda a contener y proteger el corazón y da la sensación de calidez y calor.
- Cariño en la cabeza: suaves caricias en el tope de la cabeza tal como si se estuviera acariciando a un niño pequeño. Esta suave expresión de cariño trae consuelo cuando hay tristeza, da contención emocional y trae calma.
- Frotar el brazo: frotar el brazo entre el codo y el hombro es como sentir el apoyo de un amigo o un par. Nos hace sentirnos comprendidos, que no somos los únicos pasando por lo mismo, que no estamos solos y que tenemos quien nos apoye.
- Frotar el pecho: frotar el pecho a la altura del esternón o timo en manera circular nos ayuda a conectarnos con nosotros mismos, a aliviar la angustia, el dolor del corazón y en el síndrome del corazón roto. Nos ayuda a reconectarnos con el amor y sanar el vínculo con nosotros mismos y con los demás.
- Frotar la mejilla: el gesto de una suave caricia en la mejilla, especialmente mirándose al espejo representa: te veo y te acepto tal cual eres. Este ejercicio nos ayuda a desarrollar la auto aceptación y nos permite estar cómodos con nosotros mismos y ser auténticos, sin que nos afecte la opinión de los demás.
Estos ejercicios son muy sencillos y basta con hacerlos 1 o 2 veces al día por unas semanas y los puede hacer cualquier persona.
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- Escrito por: Carmen Stange
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Muchos asocian el amarse a si mismo con el egoísmo y el egocentrismo, sin darse cuenta que estos en realidad son expresiones de la falta de amor. Quien se ama y se acepta a sí mismo está lleno de amor, la generosidad se le da naturalmente y actúa de manera compasiva. Quien se ama a sí mismo ama libremente sin exigencias o codependencia. Amarse a si mismo permite que uno madure y se haga cargo de su vida sin exigencias a los demás. Amarse a si mismo te abre a dar y recibir con gratitud. Amarte a ti mismo te ayuda a alejarte de lo que no te hace bien y encontrar tu lugar en la vida.
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- Escrito por: Carmen Stange
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La coherencia la encontramos cuando pensamiento, sentimiento, palabra y acción apuntan hacia el mismo propósito.
Cuando uno de ellos diverge se genera el stress, el miedo, la rabia, la infelicidad o se somatiza en el cuerpo. Y es solo volviendo a la coherencia, a nuestro centro, que recuperamos nuestra salud y bienestar.
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- Escrito por: Carmen Stange
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Al trabajar con la mente entramos a una colección de espacios interconectados de variados tamaños, que no sabemos donde empiezan y donde terminan. Las puertas están escondidas y las paredes son imperceptibles. A veces puedes quedarte encerrado en un espacio sin poder salir, otras entras a un espacio nuevo sin darte cuenta. A veces hay espacios ocultos donde encontramos tesoros, otras veces nos encontramos con fantasmas o monstruos.
Al entrar en la mente hay áreas conocidas, pero también muchas áreas por conocer. Son los más valientes que se atreven a entrar a lo más profundo de su laberinto, enfrentar a sus fantasmas y domar a sus monstruos y demonios.
Quién busca las respuestas y responsabilidades afuera tan solo se pierde más en su propio laberinto y se encuentra a sus monstruos sin estar preparado.
Pero no es nuestra labor mostrarle al otro su propio laberinto, sino entregarle las herramientas para poder entrar y salir de él intactos. Aunque podamos ver más allá de la entrada de su laberinto, no debemos mirar, porque sus monstruos esconden sus secretos y sólo cada persona tiene el derecho a decidir si compartirlos, a quien y cuando quiera compartirlos.
Cada laberinto es único y sagrado y entrar sin permiso es como profanar un templo. Es entonces lo correcto honrarlo, así como honrar a cada aventurero que se dispone a recorrerlo.
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- Escrito por: Carmen Stange
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