Todas las noches vuelvo a mí. Recojo los pensamientos que dejé repartidos en distintos momentos, lugares o personas. Recojo los pedacitos de mi energía que dejé esparcidos por el mundo. Acaricio mi cuerpo y mi aura con ternura y vuelvo a armarme para volver a la unidad. Vuelvo a mí para descansar verdaderamente y así sanar.
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- Escrito por: Carmen Stange
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El Gaslighting es una de las formas de manipulación más perversas. Usualmente efectuada por personas narcisistas o de características narcisistas a personas, si bien capaces, con una frágil autoestima y/o problemas de carencia afectiva.
Usualmente la manipulación tiene que ver con la parte afectiva, como por ejemplo actitudes pasivo agresivas, te amo profundamente y un día te desprecio y luego te vuelvo a amar, se descontrola echándole la culpa al otro, contando distintas historias a distintas personas para generar desconfianza, etc.
El Gaslighting va más allá, hay una intencionalidad mucho más negativa y hasta maquiavelica de por medio con la intención específica de hacer daño. Como por ejemplo mover cosas de lugar, cambiar información o desinformar con el fin de que su víctima dude hasta de su propia mente y pensamientos, al nivel de hacerle creer que está loca. Por ejemplo citar a todos a una hora y a su víctima indicarle una hora más tarde, para que así cuando llegue llamarme la atención delante de todos y que no tenga cómo defenderse. Cambiar cosas importantes de lugar y después afirmar con vehemencia que siempre estuvieron ahí. Decir una cosa y después negarlo vehementemente.
Claro que esto no es de un día para otro, empiezan con cosas pequeñas minando la seguridad del otro cada día un poco más. Y esto se va volviendo inaguantable para su víctima, pero al haber llegado a dudar de sí misma le cuesta mucho tomar un paso, algo que puede ser evidente para alguien que está fuera de la relación, no lo es para quien está envuelto en la telaraña.
Pero llega un punto en que es huir o morir, se toca el fondo, se abren los ojos y se empieza a ver la red de mentiras y manipulaciones. Pero hay miedo, ¿Qué hago? ¿Cómo lo hago? ¿Seré capaz? Tomar el valor, el coraje de dar el paso es difícil, toma tiempo, pero ya es un tema de sobrevivencia, en especial si hay hijos por medio. La red de apoyo muchas veces no entiende, porque el narcisista se muestra encantador y ha procurado de destruir la imagen de su víctima también ante los demas, dejándola como la loca y exagerada. Puede llegar incluso a amenazas como: si me dejas me voy a matar o te voy a matar.
Pero puede llegar ese maravilloso día en que logran dejarlo y empezar una nueva vida, tranquila y sin miedo. Pero lamentablemente no termina ahí, los años de maltrato dejan secuelas. Sigue el miedo, la duda, la inseguridad. Es necesario acudir a terapia para ir desenmarañando el daño producido.
Entre las secuelas podemos ver cosas como las siguientes:
- Dudar de la propia memoria, ¿fue eso lo que dije o me dijeron? ¿Era eso lo que tenía que hacer?
- Ante una reacción fuerte de otra persona entrar en pánico pensando qué hice, aunque ni siquiera se esté involucrado en la situación - Al acudir a una cita revisar 20 veces o más la hora, el lugar y hasta el día, incluso ya estando ahí si la otra persona no ha llegado
- Tener un esquema de dónde deben estar las cosas y aún así revisar frecuentemente que estén ahí
- En cualquier vínculo estar sobre alerta a cualquier comportamiento o actitud sospechosa
- Mucha dificultad para confiar y abrirse a otros- Mucha vergüenza por lo vivido con un: cómo no me di cuenta antes, porqué ne tomó tanto tiempo salir de ahí
Y a pesar de todo les es difícil entender el nivel de perversión de este narcisista, es difícil de creer y aceptar que haya personas así. Lo importante es que se puede salir de esto y que en una hay una fortaleza inimaginable esperando a ser descubierta. Se puede y sí hay otras personas que podrán entender, aunque no estén en el círculo directo, porque lamentablemente esto es algo más frecuente de lo que se cree.
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Al vivir en una cultura del empate se puede hacer difícil no reaccionar. Si me hacen esto, yo les haré aquello; si hablan mal de mí yo hablaré peor de ellos. Así también querer explicar las cosas desde nuestro punto de vista y reaccionar ante una provocación. Y antes de darnos cuenta hemos caído en un estado de queja, descontento y amargura. Es importante validar nuestras emociones y vivir el proceso, pero es distinto un mensaje de: Estoy triste o molesta porque pasó esto a un mensaje de simplemente acusar al otro. De ahí que es importante mirarnos y observar, qué mensaje estoy transmitiendo. Estoy expresando mi sentir o me estoy desquitando.
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Poner límites suele ser una de las lecciones más difíciles en la vida. No es solo en el dar y recibir, decir sí y no cuando hace falta o poner distancia física adecuada. También tiene que ver con aceptar o no conductas, tratos, comportamientos, el cómo te hacen sentir. Es más fácil decir no me toques o me duele que me digas esto, pero es más difícil con la manipulación, conductas pasivo agresivas o con las personas que hacen escándalo o se ofenden con lo que sea. Tomar distancia suele ser la opción más sabia, pero no siempre es posible. Se opta usualmente por callar para no tener problemas, pero suele llevar a la frustración y a un sentimiento de desprotección. Y ahí viene la dura decisión de cuándo callar y cuándo confrontar. Puede que confrontar no sea la mejor decisión desde el punto de vista estratégico, pero puede ser muy importante para proteger nuestro ser interno, sin importar que a veces se rompa algo. Confrontar no significa agredir, sino exponer lo que está mal desde los hechos concretos. Quien realmente te estime te escuchará y buscará contigo una solución o punto de encuentro. Quien se quiera sentir ofendido lo hará igual, sin importar lo que hagas o lo que digas. Lo demás se trabaja en terapia.
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